Esa sería la banda sonora -aunque no sé qué dice la letra, pero igual es una canción hermosa, de este recorrido por una ciudad y su increible talento para producir belleza, no reinas de belleza -en eso ganan Colombia y Venezuela, sino belleza traducida en objetos, formas, paisaje, pinturas, telas, edificios, pasteles, todo por el puro y simple placer de llevar al límite la posibilidad de deleitarse, de hacer de cada simple acto una oportunidad para el placer.
Paris más allá de las hordas de turistas, los museos extenuantes, los recorridos obligados -la torre Eiffel, el caos cotidiano del metro a las horas pico, los precios exagerados de todo, el andar apurado y de ceño-fruncido de sus habitantes...
Paris de los pequeños rincones, de las vitrinas adorables, las pastelerías con apariencia de paraiso terrenal, los trajes magníficos de las mujeres de antiguos carteles de publicidad, de las librerias de dimensiones trastocadas -sacadas seguramente del país de Alicia, de las caras con bocas delicadamente moldeadas por una vida de pronunciar los sonidos del francés y el arrullo de sus voces, de los minutos estáticos sentada con mi hermana en su esquina preferida en la islita de Sant-Louis, las mañanas que empiezan lento en su "petit palais" y los paseos de la mano de mi esposo por jardines y alamedas a veces florecidas, a veces cubiertas con los colores de las hojas caidas; del perrito llamado firulais que viajando en el metro con su dueño y su mirada temblorosa a cada nuevo pasajero, de los libros de cocina empastados con brocados y arabescos que invitan a acariciarlos con la reverencia con la que se toca una biblia, a leerlos con el espíritu de asombro místico con el que se leería el corán -aunque no entienda una sola palabra de francés, ni tampoco del corán¡!
Paris de los pequeños rincones, de las vitrinas adorables, las pastelerías con apariencia de paraiso terrenal, los trajes magníficos de las mujeres de antiguos carteles de publicidad, de las librerias de dimensiones trastocadas -sacadas seguramente del país de Alicia, de las caras con bocas delicadamente moldeadas por una vida de pronunciar los sonidos del francés y el arrullo de sus voces, de los minutos estáticos sentada con mi hermana en su esquina preferida en la islita de Sant-Louis, las mañanas que empiezan lento en su "petit palais" y los paseos de la mano de mi esposo por jardines y alamedas a veces florecidas, a veces cubiertas con los colores de las hojas caidas; del perrito llamado firulais que viajando en el metro con su dueño y su mirada temblorosa a cada nuevo pasajero, de los libros de cocina empastados con brocados y arabescos que invitan a acariciarlos con la reverencia con la que se toca una biblia, a leerlos con el espíritu de asombro místico con el que se leería el corán -aunque no entienda una sola palabra de francés, ni tampoco del corán¡!
El panorama estremecedor que se abre desde cualquiera de los puentes sobre el Sena, roba el aliento y el entusiamo de tomar fotos grandes ¿porque quién puede atrapar en la foto toda esa mezcla de vértigo y euforia, y la sensación física de ser una hormiga minúscula, afortunada por poder presenciar el espectáculo del paso de las horas en un lugar así? Total las fotos importantes ya todos las hemos visto, aunque claro, no le hacen justicia al retratado...mejor dicho, como diría mi abuelita -que en paz descanse, cualquier exageración es poca si se trata de describir a Paris.
Entonces, es preferible reducir esas ambiciones fotográficas y recuperar una perspectiva que se parece más a la de Amelie Poulain o la de Ratatouille: Paris de los placeres fugaces e irrelevantes.
Como es ya de esperarse de un relato en este blog, un alto porcentaje de esos placeres fugaces pasan por la boca...no todos claro ;) o no todavía, o más exactamente, pasan fugázmente de la boca a las caderas y allí se eternizan -porque como dice la canción: las caderas no mienten, es por eso que en mi caso, ésta semana ha sido de pagar penitencia en el gimnasio. Pero pasando por alto ese detalle, quiero compartir con ustedes algunos irrelevante momentos de gloria en esa Paris que tanto me gusta, que ayuda a comprender un poco porqué sus habitantes se resignan a vivir en cubículos, pagando precios exorbitantes por ellos y soportando la presión del consumo, de la competencia y el hacinamiento: es que es fácil caer en las redes fatales de un lugar así.
Empecemos por una tarde de frío en la que solo importaba una cosa: sentarme en La Dureé de St. German des Pres (o como quiera que se escriba) y por fin develar el misterio de los macarons caramel au beurré salé.
Los macarones son delicadas tapitas de polvo de almendras, azúcar, clara de huevo y algún colorante, que se unen con rellenos de todos los sabores, símbolo por excelencia de los salones de té y pastelerías parisinas; los de la Dureé son legendarios, tanto por su sabor y textura perfectas, como por su precio: 2.10 Euros por uno de 2cm de diámetro!! Imaginarme los de caramelo de mantequilla salada, venía provocándome alucinaciones gustativas desde hacía algún tiempo...así que no podía esperar más. No entré antes, porque siempre hay una cola larga de turistas generalmente chinos y gringos -¡ay si! y ...¿qué soy yo? pues también turista!! lo sé- pero el hecho es que esas multitudes perturbaban mi fantasía de saborear lentamente en un ambiente decorado con ilustraciones botánicas del siglo antepasado y murales de aves exóticas, una taza de café au lait - un macaron - un st. Honoré a la crema de rosas y frambuesas.
Pero el momento había llegado... lo prolongué tanto como pude, me esforcé por grabar las minucias del perfume, el gusto, la textura, el armado, la intensidad de las esencias de rosas en la crema pastelera, en la chantilly y en el fondant del st. Honoré, la cantidad de sal en el caramel au beurré, la embriaguez que me produjo este momento de soledad, con los pavos reales de las paredes y las palmeras de mentiras en el salón, las amigas chinas aparentemente mudas de la mesa de al lado, el grupo de señoras del frente en edad de comer postres ya sin remordimiento, la mujer despilfarradora que se pidió cuatro macarones y dejó dos en el plato -lo pensé, pero me dió pena intentar ganarle al mesero en desaparecerlos de la mesa. Podría parecer un exceso, pero la verdad no lo fue, 15 Euros por toda una sinfonía de placeres indescriptibles es en realidad, una ganga.
La Dureé |
Los macarones son delicadas tapitas de polvo de almendras, azúcar, clara de huevo y algún colorante, que se unen con rellenos de todos los sabores, símbolo por excelencia de los salones de té y pastelerías parisinas; los de la Dureé son legendarios, tanto por su sabor y textura perfectas, como por su precio: 2.10 Euros por uno de 2cm de diámetro!! Imaginarme los de caramelo de mantequilla salada, venía provocándome alucinaciones gustativas desde hacía algún tiempo...así que no podía esperar más. No entré antes, porque siempre hay una cola larga de turistas generalmente chinos y gringos -¡ay si! y ...¿qué soy yo? pues también turista!! lo sé- pero el hecho es que esas multitudes perturbaban mi fantasía de saborear lentamente en un ambiente decorado con ilustraciones botánicas del siglo antepasado y murales de aves exóticas, una taza de café au lait - un macaron - un st. Honoré a la crema de rosas y frambuesas.
Pero el momento había llegado... lo prolongué tanto como pude, me esforcé por grabar las minucias del perfume, el gusto, la textura, el armado, la intensidad de las esencias de rosas en la crema pastelera, en la chantilly y en el fondant del st. Honoré, la cantidad de sal en el caramel au beurré, la embriaguez que me produjo este momento de soledad, con los pavos reales de las paredes y las palmeras de mentiras en el salón, las amigas chinas aparentemente mudas de la mesa de al lado, el grupo de señoras del frente en edad de comer postres ya sin remordimiento, la mujer despilfarradora que se pidió cuatro macarones y dejó dos en el plato -lo pensé, pero me dió pena intentar ganarle al mesero en desaparecerlos de la mesa. Podría parecer un exceso, pero la verdad no lo fue, 15 Euros por toda una sinfonía de placeres indescriptibles es en realidad, una ganga.
La Dureé es uno de los salones de té más famosos y concurridos de Paris, y aunque de verdad vale la pena pagar una pequeña fortuna por probar sus macarones, su estilo señorial puede resultar demasiado anacrónico, en épocas en las que ya nadie se ve más elegante que las vajillas o los postres que allí sirven.
Los turistas que la visitamos, luciríamos más acordes a sus comedores de techos suntuosos si lleváramos esos vestidos incómodos, llenos de boleros y encajes que vestían los comensales de la época en que se fundó: 1862.
Por eso al día siguiente volví a un lugar que me robó el corazón desde el primer momento en que lo ví... y eso que no todas sus tortas tienen el poder de la perfección.
De aspecto casero, más cercano a un temperamento simple, en Mamie Gateaux te sientes como en la casa de mamá -con la diferencia del precio. Sinceramente esta vez fue una decepción, aunque aún así, sigue mereciendo ocupar un lugar en la lista de los lugares queridos. Fui al medio día pensando en almorzar torta con café, pero a esa hora se supone que uno pida un menú, y fue lo que hice: eso si, víctima de mi ignorancia del ídioma, me entusiasmé creyendo que estaba ordenando un Cake de salmón y peras...mmmm pero que combinación particular pensé :"saumon et poireau". Bueno ese día descubrí que poireau no es pera sino puerro, porque pera es poire. Así que se trataba de una torta salada, aburrida, acompañada con lechuga y zanahoria rallada... nada memorable, lo único simpático fué el vino fresco y rosado, y la vista desde la mesa a la barra: tarta de cerezas y pistachos, crumble de ciruelas y cassis, gateaux moleaux au chocolat ... un sueño.
Como mamie gateaux fue una desilusión, tenía que reivindicar el día y me puse una cita con mi hermana en otro saloncito de té aún más pequeño, la petite rose: cuatro mesitas tamaño telefónico, una vitrina llena de preciosos postres y otra de chocolates, dos japonesas sonrientes y ceremoniosas que nos sirvieron dos tazas de capuccino - mousse de coco y maracuyá sobre biscuit al coco y daquoise de avellanas - tarta de higos y mousse al caramelo sobre masa sucré y crema de almendras. Tan exquisitos como lo aparentan -esto va a sonar presumido- y muy fáciles de reproducir. Para que me lo crean, les quedo debiendo la receta y los secretos de bruja para que la mousse de caramelo quede tan aterciopelada que crea la necesidad insoportable de visitar la nevera hasta que no queda ni un solo rastro de ella.
Ya me parece que nos estamos propasando con tanta lujuria pastelera, así que vamos cerrando éste capítulo con la mañana espléndida de pajaritos cantando del día en que partía mi tren. Mi hermana vive cerca del Jardin des plantes, un parque de caminos donde pasean las familias en los domingos de sol. Las plantas tienen cartelitos con sus nombres en latín y dentro del mismo jardín se encuentran cuatro museos para saciar toda curiosidad infantil: de la evolución, minerales, entomología y paleontología.
Como mi vocación es la gula, desperdicié muchas horas en busca del postre inolvidable, en detrimento de aquellas dedicadas a cultivar el conocimiento y por eso solo pasé de carrera por éste reino del saber. Para apaciguar ese sentimiento de culpa visité el museo de l´orangerie, que tiene nombre tentador y dimensiones humanas -no como otros que requieren de meses enteros si se quiere llegar al menos a leer el título de cada obra, reliquia, estatua, pintura, objeto, entre otras miles de cosas, donde al cabo de siete horas de bombardeo informativo, deambulas perdido sin poder ya respirar, ni mucho menos comprender algo de lo que ves.
L´orangerie es un museo pequeño, tranquilo, con obras impresionistas y modernistas, no muy famosas pero de gran belleza, que en el segundo piso en dos salas exhibe ocho pinturas de tamaño colosal de Claude Monet: las ninfas o nenúfares- oasis de paz en tonos azules y violetas que retrata una naturaleza meditativa, nos aleja del ruido y casi que nos deja escuchar el oleaje tenue del agua en el lago y la brisa que distorsiona el reflejo de los nenúfares. Ninguna foto puede captarlo.
Los turistas que la visitamos, luciríamos más acordes a sus comedores de techos suntuosos si lleváramos esos vestidos incómodos, llenos de boleros y encajes que vestían los comensales de la época en que se fundó: 1862.
Por eso al día siguiente volví a un lugar que me robó el corazón desde el primer momento en que lo ví... y eso que no todas sus tortas tienen el poder de la perfección.
De aspecto casero, más cercano a un temperamento simple, en Mamie Gateaux te sientes como en la casa de mamá -con la diferencia del precio. Sinceramente esta vez fue una decepción, aunque aún así, sigue mereciendo ocupar un lugar en la lista de los lugares queridos. Fui al medio día pensando en almorzar torta con café, pero a esa hora se supone que uno pida un menú, y fue lo que hice: eso si, víctima de mi ignorancia del ídioma, me entusiasmé creyendo que estaba ordenando un Cake de salmón y peras...mmmm pero que combinación particular pensé :"saumon et poireau". Bueno ese día descubrí que poireau no es pera sino puerro, porque pera es poire. Así que se trataba de una torta salada, aburrida, acompañada con lechuga y zanahoria rallada... nada memorable, lo único simpático fué el vino fresco y rosado, y la vista desde la mesa a la barra: tarta de cerezas y pistachos, crumble de ciruelas y cassis, gateaux moleaux au chocolat ... un sueño.
La petite rose. |
Ya me parece que nos estamos propasando con tanta lujuria pastelera, así que vamos cerrando éste capítulo con la mañana espléndida de pajaritos cantando del día en que partía mi tren. Mi hermana vive cerca del Jardin des plantes, un parque de caminos donde pasean las familias en los domingos de sol. Las plantas tienen cartelitos con sus nombres en latín y dentro del mismo jardín se encuentran cuatro museos para saciar toda curiosidad infantil: de la evolución, minerales, entomología y paleontología.
Como mi vocación es la gula, desperdicié muchas horas en busca del postre inolvidable, en detrimento de aquellas dedicadas a cultivar el conocimiento y por eso solo pasé de carrera por éste reino del saber. Para apaciguar ese sentimiento de culpa visité el museo de l´orangerie, que tiene nombre tentador y dimensiones humanas -no como otros que requieren de meses enteros si se quiere llegar al menos a leer el título de cada obra, reliquia, estatua, pintura, objeto, entre otras miles de cosas, donde al cabo de siete horas de bombardeo informativo, deambulas perdido sin poder ya respirar, ni mucho menos comprender algo de lo que ves.
L´orangerie es un museo pequeño, tranquilo, con obras impresionistas y modernistas, no muy famosas pero de gran belleza, que en el segundo piso en dos salas exhibe ocho pinturas de tamaño colosal de Claude Monet: las ninfas o nenúfares- oasis de paz en tonos azules y violetas que retrata una naturaleza meditativa, nos aleja del ruido y casi que nos deja escuchar el oleaje tenue del agua en el lago y la brisa que distorsiona el reflejo de los nenúfares. Ninguna foto puede captarlo.
Antes de volver a casa por mis maletas, decidí que era necesario -aunque no justo, pasar por la pastelería más cercana y llevar algo para el camino. Me despedí de París con una baguette crujiente y las tresmil calorías o más de un daquoise pistache et fraise y un croissant aux amandes, intercambio de abrazos y lágrimas con mi hermana y ese estrujamiento mínimo del corazón que se siente cuando decimos adios a un lugar querido ¡Au revoir mon chére! ¡Ya nos veremos pronto otra vez mi guafi!!
Mañana de otoño, crujiente y calórica en el "Petit Palais" ;) |
Tu comento sobre las fotos ... Lo entiendo perfectamente. Un apoyo grande es de tomar fotos via HDR (high dynamic range). Puedes encontrar ejemplos en mis fotos de facebook (http://www.facebook.com/album.php?aid=243913&id=520669211).
ResponderEliminarUno de los genios de esto es el Sr. Trey Ratcliff (http://www.stuckincustoms.com). El dice: "You might consider that the way the human brain keeps track of imagery is not the same way your computer keeps track of picture files. There is not one aperture, shutter speed, etc. In fact, sometimes when you are in a beautiful place or with special people and you take photos — have you ever noticed when you get back and show them to people you have to say, “Well, you really had to be there.” Even great photographers with amazing cameras can only very rarely grab the scene exactly as they saw it. Cameras, by their basic-machine-nature, are very good at capturing “images”, lines, shadows, shapes — but they are not good at capturing a scene the way the mind remembers and maps it. When you are actually there on the scene, your eye travels back and forth, letting in more light in some areas, less light in others, and you create a “patchwork-quilt” of the scene. Furthermore, you will tie in many emotions and feelings into the imagery as well, and those get associated right there beside the scene. Now, you will find that as you explore the HDR process, that photos can start to evoke those deep memories and emotions in a more tangible way."
Y conto esto tiene toda la razon !!!
Danke für Ihre Kommentare. Ich werde damit anfangen, HRD kennen zu lernen! ;)
ResponderEliminarAlejandra,
ResponderEliminarAl leer tu poesía sobre Paris, siento un gran deseo de salir bajo la escasa y constante lluvia que decora esta ciudad en este momento y descubrir cada sitio del que hablas con tanta pasión, sabiendo que ya los he visto… Paris tiene la magia de transformase en cada relato de alguien que la descubre por la primera vez. Comparto totalmente la frase “cualquier exageración es poca si se trata de describir a Paris”. Llevo 6 años en PARIS y al pronunciarlo pienso que llegue ayer… cada día trae una sorpresa, ya sea estar en el metro como en una lata de sardinas pero sabes que al atravesar el Sena, allí estará la gran dama de hierro esperándote ya sea un con radiante sol o cubierta por la neblina o simplemente brillando con las luces de la noche. Cada estación del año te hace descubrir una faceta única y encantadora de esta ciudad que parece detenerse en el tiempo y el espacio.
Como las caderas no mienten aunque pases en frente de ladurée no puedes detenerte a comer los exquisitos e indescriptibles macarrones (claro que tu logras muy bien despertar el apetito de salir corriendo a comer uno o dos o por que no tres…), yo soy fanática del pan francés en todas sus presentaciones y no sabes el sacrificio que es no poder comer toda la cantidad que mi apetito pide. Como dice una amiga francesa “il faut se faire plaisir” bueno por algo dicen que hay que aprender vivir a la francesa!
Cada palabra que plasmas en tu blog despiertas las más grandes emociones…
À très Bientôt = hasta pronto
Querida Viviana, muchas gracias por tus palabras, no sabes cuanto me alegra saber que mis impresiones sobre Paris alcanzan a recoger tantos momentos que has vivido allí. Y claro debo reconocer que la culpable de mi necesidad por probar los dichosos macarones de caramel au beurre sale...fuiste tu...desde aquel día que contaste como te fascinaban, me quedó la duda y bueno fue ella la que me llevó esa tarde a develar el misterio. Imagínate si para ti que vives allí hace ya seis años sigue habiendo descubrimientos sorprendentes, para mi que solo voy a veces, siempre es como la primera vez. Igual menos mal que no voy más seguido porque bueno, no me puedo contener ante tantas tentaciones. Un fuerte abrazo!! y a trés Bientot como dices tu pero con mala ortografía ;)
ResponderEliminarhola gorda divino el escrito, me encanto,
ResponderEliminarlogras encerrar en palabras esos magicos sentimientos...un beso pronto un libro¡¡¡
Gracias gordis, me alegra que te guste, me vas a regalar un libro??? besos
ResponderEliminarVarias veces me he deleitado con el poético recuento de la maravillosa París y sus exquisita pastelería, además la canción de Piaff me encanta.
ResponderEliminar