martes, 14 de diciembre de 2010

Para recuperar las ganas


Tengo una amiga que había perdido las ganas de cocinar. Desde muy chica acompañaba a su abuela en la cocina esperando el momento en que ella finalmente decidiera que su nieta ya era capaz de meter las manos en alguna de esas masas, postres, empanadas y alfajores en que gastaba su vida, sin arruinarlos. El misterio de llevar las masas a su perfección le parecía a la abuela un asunto demasiado complejo como para ser revelado a una niña de seis. Por eso es que en algunas recetas esa niña tuvo que ser infiel a la abuela y aprendelas a hacer con la tía, cosa que para nada le simpatizó a la señora.

Mi amiga C. creció y la vida la llevó a salir de su tierra y a quedarse diez años en un país sin sentimientos, donde todos los tomates se ven sospechosamente iguales y está prohibida la importación de alimentos, que como los quesos que vienen de regiones evocadoras de Europa, a veces nos faltan para reconciliarnos con la vida. Permanecer en este ambiente enrarecido le robó a C. la inspiración culinaria y le provocó amnesia de los placeres básicos que por tantas horas al lado de la abuela en la cocina de su infancia, le habían ocupado las manos y la imaginación.

La vida -caprichosa como es- ha traido a C. a Alemania y aunque en principio no parecería el destino ideal para recuperar el deseo de conectarse con el universo sensual de la cocina -Italia o Francia podrían resultar más aptos para desencadenar esos ímpetus dormidos- para ella ha significado volver no solamente a amasar otra vez con pasión, sino también a sonreir con ganas y a disfrutar de la belleza que se esconde hasta en la planta más humilde de su jardín.

C. y yo compartimos un tarde de nieve y de aspecto desamparado, preparando los knisches de su abuela, exquisitos bollos de masa rellenos de papa y cebolla, una receta de la cocina judía con los que calmé muchas veces mi hambre después de bailar horas enteras en el estudio de tango de los Dinzel en Buenos Aires. Los knisches se hacen a partir de una mezcla de ingredientes simples que generalmente se encuentran en cualquier cocina y que a primera vista no tendrían porque hacer merecer grandes elogios. Pero los merecen. Fue un placer ver a C. entregada a amasarlos y casi un pecado comer tantos cuando salieron del horno. En nombre de C. y de su abuela, aqui les dejo la receta para que recuperen las ganas, si es que las tienen perdidas ;)


Knisches de papa - para recuperar las ganas


Sal fina (como bien usted sabe, cantidad calculada a ojito)
1/2  kilo de harina
2     cucharadas de vinagre blanco
1     paquete de margarina - es decir 200g también puede ser mantequilla-
1     vaso de soda (es decir, agua con gas)


1 1/2  kilo de papas
3/4     kilo de cebolla


"De mas esta decir que se necesita aceite para rehogar la cebolla y un poco de pimienta para realzar el sabor. Estos dos ultimos ingredientes van calculados a ojito" palabras de C.


1. Se ablanda la mantequilla, lentamente, con la mano. También puede ser con el microondas, aunque le quite mucha gracia.


2. Se añade la harina y la sal, mezclando todo muy bien y después de un rato se agregan los líquidos.


3. Amasar y amasar hasta lograr una masa homogénea, suave y elástica.


4. En una cacerola con agua y sal se cocinan la papas peladas hasta ablandar y se hacen puré.
5. Aparte en una sartén se calienta un poco de aceite y se rehoga la cebolla finamente picada. Cuando esté trasparente se agrega el puré de papa y se mezcla muy bien.




6. Y se sazona con pimienta...


7. Se estira la masa por partes, hasa lograr rectángulos de más o menos 2mm de grosor...



8. Sobre la masa estirada se pone un montoncito del relleno de papa y cebolla...




9. Y se cierra apretando bien los extremos para que no se escape el relleno.




10. Con el canto de las manos se marcan surcos...




11. Y luego se separan las piezas de masa y se sellan.






Se ponen sobre una placa de horno enmantecada, y se hornean a 180° por unos 20 minutos o hasta que se vean doraditos...




Se comen sin moderación.......




domingo, 5 de diciembre de 2010

¡Me gusta la navidad!

La navidad es una época bien sabrosa del año. Claro que así como a muchos les gusta, a otros no y me parece comprensible, porque se trata de fechas que remueven muchas emociones, recuerdos de infancia y quizás también posteriores, que quedan marcados a fuego en los corazones.

También nos genera miradas retrospectivas, nos llama a reflexionar sobre el año que se va y convoca nuestras esperanzas y deseos para el año que llega. La navidad es también una época de sobreestimulación sensorial: hay fiesta, reencuentro, tragos, sabores y olores de la infancia, música, baile, abrazos, regalos, aguinaldos, novenas, risas, trasnochadera, frenesí. En latitudes menos afortunadas que la nuestra, cubiertas de nieve ahora mismo, también hay algo de frenesí pero más de tipo adquisitivo, muy poco de tipo emocional-vinculante-abrazativo que caracteriza al que me resulta familiar -¡ojalá me equivoque! pero quizás tenga razón.

A algunas personas, decididamente no les gusta la navidad. Esa misma sobrestimulación navideña que a muchos nos gratifica, puede que a otros les moleste porque justamente si la época o su significado, están asociados a momentos que valdría la pena olvidar, ha de ser una tortura su conmemoración inevitable.  Bueno también puede uno irse a Groenlandia para evitar la cara de fiesta de los demás... pero aún así parece difícil olvidarse.

Un momento se hace indeleble en la memoria cuando sacude las fibras nerviosas de nuestro cerebro reptil, cuando se nos mete abajo de la piel - wenn es unter der Haut geht, como dicen aquí. Abrazar, reir, bailar, cocinar, cantar y comer con otros son actividades básicas que estimulan todos nuestros sentidos y nos marcan profundamente, quizás por eso es que al final para todos esta época tiene un sentido especial.

Para mi significa agradecimiento por todas las cosas buenas que he recibido en la vida, entre las que se cuentan, el amor y la posibilidad de compartir y aprender al lado de otras personas, el regalo de las experiencias que he vivido y que me permiten ser cada vez un poco más humana.


Buñuelos colombianos.

También significa, cocinar para otros y en grandes cantidades, repetir los ritos simples de comer en comunión los platos que nos unen a la tradición. En cada país, en cada región se repiten las costumbres que comunican a las personas con sus orígenes y gran parte de esos ritos están representados en los alimentos que se comparten en la mesa de fin de año.

Cuando se está lejos de lo que nuestro corazón señala como "casa", puede convertirse en un desafío repetir esos ritos, bien sea solo para reconfortarnos, para compartir nuestra cultura con personas que no la conocen o bien, para seguir comunicando la tradición a los más pequeños. Los ingredientes que necesitamos son de otra calidad o no existen, a los otros no les gusta comer algo diferente de su menú tradicional o quizás nunca antes hicimos esa receta.

Los buñuelos colombianos podrían entrar en la categoría "desafiante" si se trata de prepararlos estando lejos de casa. Ya de hecho siempre fue legendaria la dificultad en su elaboración: por razones indescifrables y por lo mismo altamente impredecibles, los buñuelos podían súbitamente deformarse y en el peor -y no poco frecuente de los casos-  explotar, dejando a alguien malherido y la cocina hecha una desgracia. La humedad de la masa, la temperatura del aceite, la calidad del queso, todas podían ser las culpables del fracaso de la misión.

La primera vez que hice buñuelos en mi vida, fue en Argentina. En aquella época trabajaba en un programa de cocina donde preparaba solo postres y platos colombianos y caribeños. Sobra decir que también fue por eso que preparé mis primeras almojábanas, mis primeros panderitos, mi primera mantecada, entre otras muchas especialidades locales. De otro modo creo que no habría llegado a escarbar tan a fondo en la repostería de nuestro país.

El caso es que la primera vez que me enfrenté a la necesidad de conseguir queso costeño para hacer los dichosos buñuelos, me encontraba en Buenos Aires. Gracias a que no puedo dejar de probar cuanta cosa llamativa que cruza mi camino ;) , recordé que una vez había comido unas empanadas que queso y perejil que hacen los turcos, llamadas "Börek", que sabian a queso costeño. Entonces fuí a una de las tiendas que hay sobre la av. Scalabrini Ortiz  donde inmigrantes árabes y armenios venden toda clase de productos provenientes del oriente medio y calóricos postrecitos hechos de pasta philo, nueces, agua de azahar y almibar....mmmmmmmmmmmm.

Cuando le pregunté al dependiente por un queso salado, duro, blanco... el me interrumpió diciendo: -¡ah! queso costeño ¿no?, ¡si! le dije yo.
El tipo había trabajado con colombianos y por eso sabía que el queso de los turcos, en Colombia se llama queso costeño ¿Será que fueron los inmigrantes sirio-libaneses que llegaron a la costa norte colombiana los que trajeron consigo - además de sus ventas de abalorios, telas y aparatos, el sistema de ventas a crédito, sus miradas y cabellos oscuros, ritmo en las caderas y tradiciones culinarias antiquísimas- este queso? depronto.

El caso es que ahora que estoy en Mannheim, donde la mitad de la población es turca y gracias a esto es muy sencillo encontrar el queso perfecto para lograr los buñuelos redondos, esponjosos, ligeramente crocantes por fuera y suavecitos por dentro, que tanto nos gustan. Así que ya lo saben: si están lejos de casa y cerca hay tiendas turcas, pidan queso para Börek=queso costeño!

Les paso la receta con paso a paso: ¡un hit asegurado! ;)


Buñuelos perfectos - donde quiera que se encuentre.


Para 12 buñuelos.

230g      Queso costeño -si se compra en
        tienda turca pida queso para
        Börek-
120g    Maizena
10g     Almidón de yuca
1cdita. Azúcar
1       huevo
1cdita. polvo de hornear
2-5cdas.leche
1Lt.    aceite para freir



1. Moler o rallar el queso finamente y mezclarlo con la maizena, el almidón de yuca, el azúcar y el huevo. Amasar muy bien por algunos minutos, hasta que la masa tenga una apariencia muy homogénea. 


2. Hacer la prueba de formar bolitas con la masa. Si es un poco pegajosa y las bolitas se dejan hacer con facilidad, no es necesario ponerle leche. Si la masa está medio dura y cuesta formar bolitas, se agrega leche de a poco, por cucharadas, y se amasa para comprobar si ya está medio blanda. No hay una medida exacta de líquido a agregar porque la humedad del queso puede variar, entonces no siempre habrá que agregarle leche.

3. Cuando la masa parece blanda, un poco pegajosa, pero de deja formar en bolitas, se agrega el polvo de hornear y se amasa de nuevo algunos minutos.

4. Calentar el aceite en una olla honda, a fuego medio. Dividir la masa en bolitas.

5. Probar con una bolita de masa, antes de ponder a freir los buñuelos. La bolita debe hundirse y quedarse abajo más o menos un minuto, luego subir y flotar. Si sube más rápido, el aceite está demasiado caliente. Si se queda abajo mucho tiempo, el aceite está muy frío (a la próxima le tomo la temperatura, o si alguien la sabe  ¿puede decírmela?)

6. Poner a freir los buñuelos, ellos....

...van a quedarse más o menos un minuto en el fondo de la olla, déjelos, no los moleste.

   
        
              luego, van a subir y a flotar...


                                
       y van a empezar a tomar un colorcito dorado...
 

... que cada vez se ve más provocativo,


mmmmmmmmm..... un poco más


... ahora sí piden a gritos ser comidos!

...pero primero, se escurren muy bien


y se sirven...













martes, 30 de noviembre de 2010

Konditorei aus Südamerika


Auch wenn es ungewöhnlich klingt, kann man in Südamerika eine Vielfalt von Kuchen, salzigen Leckereien und anderen Süßigkeiten finden, die zwar am meistens auf europäischen Rezepten basieren, jedoch mit lokalen Zutaten zubereitet werden. Daraus resultiert eine sehr selbständige Art von Konditorei.
Unter anderem Maniok-Kuchen aus Brasilien, kolumbianische Mais-Kuchen, Muffins aus süßem Mais, „Alfajores“ argentinos, Kokos-Kekse aus der Karibik,  Kochbananen-Pastete, Tamarind oder Maracuja-Mousse sind typische für die lateinamerikanische “Süße Küche”.

Jetzt ein Überblick über die Leckereien die man in Südamerika probieren kann:

Alfajores Argentinos - Maisstärke Kekse gefüllt mit Mich-Konfitüre aus Argentinien.

Die Alfajores stammen aus den Süden Spaniens und sind in allen lateinamerikanischen Ländern anzutreffen. Auch wenn sie in Kolumbien, Perú, México und Chile bekannt sind, so ist doch die grösste Vielfalt und der höchste Verzehr bzw. Genuss in Argentinien zu finden. Dort kann man zu jeder Tageszeit an jedem Ort Alfajores finden und essen; zum Kaffee, zum Mate oder einfach so. Alfajores aus Maisteig sind in Buenos Aires am beliebtesten.
Für 24 Alfajores mit 4 cm Durchmesser benötigen wir folgende Zutaten:

150 g     Butter
150 g     Puderzucker
        Teelöffel abgeriebene Zitronenschale
5         Eigelb
1         Ei
400 g     Maisstärke
100 g     Mehl
2 TL      Backpulver
4 Tropfen Vanille Aroma
3 TL      Cognac oder Rum.
350 g     „Dulce de Leche“ (Milch-Konfitüre) aus Lateinamerika.
60 g      Kokosnuss Raspeln

Zubereitung:
1. Butter, Zitronenschale und Zucker cremig schlagen. Nacheinander die Eigelbe und das Ei hinzufügen und weiterschlagen. Cognac und Vanille-Aroma hinzufügen und gut unterrühren. Maisstärke und Mehl in eine Schüssel sieben, Backpulver hinzufügen, alles gut vermischen und zur Butter-Ei-Masse hinzugeben. Alles gut mit den Händen verkneten, bis ein fester aber ziemlich weicher Teig entsteht. Den Teig im Kühlschrank 40 min ausruhen lassen.
2. Den Teig vorsichtig auf einem Holzbrett 4 mm dick ausrollen und 24 runde Kekse von 4 cm Durchmesser ausstechen. Auf ein mit Backpapier ausgelegtes Backblech geben und im vorgeheizten Backofen bei 160 Grad 9-10 min backen. Die Kekse müssen hell bleiben, auch die Ränder sollen nicht anbräunen, lediglich der Boden darf leicht goldgelb werden. Aus dem Ofen nehmen und gut auskühlen lassen.
3. Auf die Hälfte der Kekse je 1 Tl (20 g) Dulce de Leche streichen und je einen Keks draufsetzen. Den Rand ebenfalls mit Dulce de Leche bestreichen,
4. Auf einen kleinen Teller die Kokosnuss raspeln verteilen und den Alfajor einmal hindurchrollen, damit der Rand von Kokosraspeln bedeckt wird.
Wer nicht alle Kekse auf einmal servieren möchte, kann die ungefüllten Kekse in einer fest schließenden Blechdose aufbewahren und bei Bedarf füllen.



    Mantecada Colombiana – Kolumbianischer Maismehl Kuchen

Eine der wichtigsten Grundlagen der Ernährung in Lateinamerika ist der Mais. Von Mexico bis zum Norden Argentiniens gibt es überall Mais-Gerichte. Meistens salzig, manchmal aber auch süß.
Die Mantecada Colombiana ist ein typischer Kuchen aus der Mitte Kolumbiens –wo es eigentlich immer Frühling ist– und man kann ihn beim nachmittäglichen Regen geniessen und dabei entweder heisse Schokolade oder Agua de Panela (ein Getränk aus unraffiniertem Zucker) trinken.


Für 16 Portionen (3 Formen 6*12cm; 6 Formen 6*3cm) benötigen wir folgende Zutaten:

200 g   Puderzucker
250 g   Butter
9       Eier
350 g   Maismehl
3  TL   Backpulver
1 TL    Natron
30 ml   Aguardiente oder Likör mit Aroma Anis (Ouzo, Pastis, Sambucca)

Für die Glasur:

200 g  Puderzucker
25 g   Zitronensaft
25 ml  Aguardiente
5      Anis Sterne

Zubereitung:

1. Die Formen innen mit Butter einreiben und leicht mit Mehl bestreuen. Auf den Boden der Form jeweils ein Stück Backpapier legen, damit nichts festklebt.
2.  Butter und Zucker cremig schlagen.
3.  Den Backofen auf 180 Grad vorheizen.
4.   Nacheinander die Eier hinzufügen und weiterschlagen. Maismehl, Natron und Backpulver in eine Schüssel sieben und zur Butter-Ei-Masse hinzugeben und gut unterrühren. Das Glässchen Aguardiente hinzufügen und alles gut vermischen.
5.  Die Mischung in den Formen verteilen und 28 min (kleine Formen) – 35 min (mittelgroß Formen) backen.
6.   Aus den Formen nehmen und gut auskühlen lassen.
7.   Für die Glasur den Puderzucker in eine Schüssel sieben, Zitronensaft und die 25 ml Aguardiente hinzufügen und gut unterrühen.
8.  Die Mantecadas mit der Glasur bedecken und sie etwas verteilen und verlaufen lassen. Einige können auch mit Anis-Sternen dekoriert werden.


 Muffins de Mazorca de mi Abuela – Oma’s Maiskorn-Muffins und Arepas

Dieses Rezept meiner Großmutter für gebackene kleine Kuchen (oder Muffins) wird in Kolumbien auch zur Zubereitung von Arepas genutzt – dann allerdings ohne Rosinen. Arepas sind eine Art von Fladenbrot und es gibt Hunderte von Variationen. Die Arepas werden entweder auf heißen Platten (früher auch auf Steinen) oder in der Pfanne zubereitet.
Sowohl die Muffins als auch die Arepas können zum Frühstück gereicht werden oder nachmittags zum Kaffee oder zur heißen Schokolade genossen werden. Natürlich kann man sie auch als Beilage zum Mittag- oder Abendessen reichen.
   
Für 12 Muffins (oder Arepas) benötigen wir folgende Zutaten:
500 g  abgetropfter Gemüsemais
50 g   geschmolzene Butter
4      Eier
50 ml  Milch
40 g   Mehl
50 g   Maisstärke
1 TL   Backpulver
1 TL   Natron
2 EL   Zucker
¾ TL   Salz
80 g   geriebener Mozzarella
20 g   Rosinen (nur für die Muffins)
20 g   Butter


Zubereitung:

  1. Den Backofen auf 180 Grad vorheizen.
  2. Maisstärke, Mehl, Natron und Backpulver in eine Schüssel sieben.
  3. In einer andere Schale eine Mischung aus der geschmolzenen Butter, Mais, Eier, Milch, Salz und Zucker leicht mit dem Mixer durchrühren, ohne dass sich jedoch die Maiskörner komplett auflösen.
  4. Die Mischung aus 2. vorsichtig dazugeben und weitere fünf Sekunden durchrühren. Anschließend noch den Käse dazugeben, jedoch ohne zu mixen.
  5. Den Teig in zwei Teile aufteilen und zu einer Hälfte die Rosinen zugeben.
  6. Den Teig mit den Rosinen in die Muffin-Formen geben, noch etwas Käse darauf streuen und 30 min backen lassen.
  7. Aus dem Ofen nehmen und 5 min ruhen lassen, dann aus den Formen nehmen und warm essen.
  8. Den Teig ohne Rosinen bzw. für die „Arepas“: In einer Pfanne 10g Butter auflösen und die Flamme auf mittlerer bis hoher Hitze lassen. Einen Löffel des Teiges in die Pfanne gießen und 4 Minuten brutzeln lassen oder bis die Flüssigkeit des Teiges entwichen ist.
  9. Die Arepas wenden und 3 weitere Minuten brutzeln lassen.
  10. Heiß servieren und genießen!

 
Buñuelos Colombianos - frittierte Mais-Käse Bällchen aus Kolumbien




Die Buñuelos werden in Kolumbien das ganze Jahr beim Bäcker verkauft aber werden auch zu Hause zubereitet, in der Weihnachtszeit. Sie sind berühmt, weil es ziemlich schwear ist, sie schön rund, draussen knusprig und inner zart zu bekommen. Sie können ziemlich gefährlich werden. Wenn das öl zum fritieren zu heiß ist- können sie explodieren!


Für 12 Stück benötigen wir folgende Zutaten:
120 g     Mais-Stärke      
10 g      Maniok-Stärke 
215 g     Käse 
1         Ei
1TL       Zucker
2-5 EL    Milch
1TL       Backpulver
1Liter    Frittieröl
1. Mais-Stärke, Maniok-Stärke und  Zucker sieben. Käse fein reiben und zusammen mit dem Ei hinzufügen.
2. Den Teig sehr gut kneten. Sollte der Teig zu trocken sein, wird nach und nach Milch hinzugefügt, bis ein weicher Teig entsteht. Nochmals 3 min kneten, das Backpulver unter rühren und wieder zwei min kneten. Aus dem Teig kleine Bällchen formen.

3. Nun wird Öl in einem Topf gut erhitzt – aber nicht zu viel und die Buñuelos darin portionsweise frittiert. Nicht zu viele Bällchen auf einmal in das Fett geben, da der Teig noch aufgeht und sich die Bällchen von selbst drehen, wenn sie braun und gar werden. Nach 1-2 min schwimmen sie nach oben und werden langsam braun. Nach etwa 6-8 min kann man sie herausnehmen und das Öl mit einem Küchenpapier abtupfen. Vorsicht, dass das Öl nicht zu heiß wird. Das ist gefährlich und kann außerdem die Form dem Buñuelo kaputt machen.



  Mousse de tamarindo sobre tuille de piña y salsa de Uchuva- Mousse aus Tamarind auf Ananas-Teig und Physalis Sauce

Die Tamarind, die Ananas und die Physalis sind in Kolumbien ganz normale Früchte, die man immer und überall günstig erhalten und essen kann. Selbst in vielen Gärten wachsen sie einfach so vor sich hin. Wahrscheinlich werden sie deshalb in Kolumbien kaum für “Gourmet-Desserts” verwendet, weil sie einfach zu gewöhnlich sind.
In Europa hingegen sind diese Früchte sehr exotisch und für die Mehrheit der Europäer ist es weiterhin ein Geheimnis, wie sie zu essen bzw. zu zubereiten sind.
Seitdem ich Kolumbien verlassen habe, habe ich begonnen, diese Früchte sehr zu schätzen, obwohl sie früher ganz normal für mich gewesen sind.



 Tamarind Mousse

(8 Formen mit ca. 4 cm Durchmesser und 5 cm Höhe)

350 g  Tamarindenmasse
300 g  Gezuckerte Kondensmilch
200 g  Schlagsahne
12 g    gemahlene Gelatine
10 ml  Zitronensaft

Zubereitung:

  1. Die Formen vorbereiten und zum kühlen ins Gefrierfach stellen.
  2. Die Tamarindenmasse in eine Schüssel mit 200 ml Wasser geben, gut umrühren damit das Obst aufweicht und etwa 1 Stunde ruhen lassen.
  3. Die Tamarindenmasse sieben, dabei so viel wie möglich ausdrücken.
  4. Zur Frucht die Gezuckerte Kondensmilch hinzufügen und gut mischen.
  5. Die Gelatine in 70 ml kaltem Wasser auflösen und zur Seite stellen. Die Sahne zu  ¾  schlagen bzw. fast steif schlagen.
  6. Die feuchte Gelatine im Wasserbad oder in der Mikrowelle (20-30 Sekunden) auflösen. Wichtig: Dabei darf es nicht kochen, sonst verliert die Gelatine ihre Eigenschaften.
  7. Die Gelatine zur Mischung aus Frucht und Kondensmilch hinzufügen. Aber langsam! Anschließend die Schlagsahne hinzufügen. Die erste Hälfte mit normalen Kreisbewegungen, den Rest ganz vorsichtig und langsam.
  8. Diese Mischung in die kalten Formen gießen und wieder zwei bis vier Stunden in den Gefrierschrank stellen.
 Knusprige Schale aus Ananas-Teig
50 g     Butter (weich, nicht geschmolzen)
50 g     Ananas (frisch oder aus Dosen)
34 g     Mehl
134 g    Puderzucker

Zubereitung
  1. Backofen auf 170 Grad vorheizen.
  2. Alle Zutaten miteinander mixen.
  3. Auf ein mit Silikonblatt ausgelegtem Backblech zwei getrennte Teelöffel der Mischung geben und im Backofen 13 min backen lassen, oder bis der Teig karamelisiert ist.
  4. Aus dem Ofen nehmen, 30 Sekunden auskühlen lassen und dann vorsichtig die Masse nehmen und über ein Glas legen und die Ränder leicht nach unten drücken, um die Form einer Schale zu erreichen. Auskühlen lassen und zur Seite stellen
   Physalis Sauce

100 g   Physalis
80 g    Zucker
50 ml   Wasser
      Nelken

1.      Die Blätter entfernen, die Früchte waschen und in der Hälfte durchschneiden.
2.      In einen kleinen Topf den Zucker, die Früchte, Nelken und das Wasser geben.
3.      Auf mittlerer Flamme erhitzen und ca. 15 Minuten kochen lassen bis die Früchte durchsichtig werden und das Ganze zu einem Sirup wird.
4.      Kalt stellen.
Und jetzt das Dessert basteln:
1.      Die Formen aus dem Gefrierschrank nehmen, umdrehen und drei min ruhen lassen.
2.      Die Form aus Silikon vorsichtig erwärmen, damit die Wärme der Hände die Metallform herausnehmen lässt. Anschließend jede einzelne Metallform erwärmen, bis sich die Mousse vorsichtig entnehmen lässt.
3.      Auf einen Teller die Schale aus Ananas vorsichtig platzieren und in deren Mitte eine Mousse legen und mit dem Sirup und einer ganzen Physalis dekorieren. Ebenfalls den Teller mit ein wenig Sirup dekorieren.
4.      Genießen  !!!!

Torticas de maduro – Pastetchen aus reifen Kochbananen 

Die Rezepte aus reifen Kochbananen, deren Geschmack sehr süß ist, werden sowohl als Dessert wie auch als Beilage von Hauptgerichten serviert. In der Karibik ist es sehr gewöhnlich etwas süßes als Beilage zu Fleisch oder Fischgerichten anzubieten. Diese Torticas de maduro kann man genauso verwenden: als Beilage oder wie jetzt als Nachtisch.

Pao de Queijo - Maniok-Käse Brötchen aus Brasil

Pao de Queijo ist ein traditionelles Gebäck aus Brasilien, genauer gesagt aus Minas Gerais. Das Rezept enstand angeblich im 18. Jahrhundert, als Sklaven die einfacheren Polvilho-Brötchen mit Käse anreicherten.
Polvilho ist Maniokstärke, ein Nebenprodukt bei der Herstellung von Maniokmehl. In Brasilien sowie in Afrika gibt es süßen und sauren Polvilho, was man in Deutschland bei Afrika-Läden als „Tapiokastärke“ und „Fermented cassava meal“ finden kann. Von Minas breitete sich die Köstlichkeit dann über ganz Brasilien aus. In Kolumbien und Ecuador, werden auch aus Käse und Maniokstärke leckere "Pandeyucas" und in Argentinien und Paraguay "Chipas" gebacken. Pandeyucas, Pao de Queijo oder Chipas werden gegessen immer wenn man Hungrig ist, auf der Strasse oder zu Hause.


Für 20 Stück benötigen wir folgende Zutaten:

1          Eier
1          Eiweiss
320g       Tapiokastärke
 65 g      “Fermented cassava meal”
75 ml      Öl
400 g      geriebene Emmental oder Gouda
200 ml     Milch
7 g        Salz
60g        Guavepaste

1. Tapiokastärke  und „Fermented cassava meal“ in eine große Schüssel geben, langsam das warme Wasser zugeben bis es nicht mehr staubt. Alle Klumpen gut zwischen beiden Händen verreiben. Das fühlt sich ziemlich komisch an und riecht noch komischer.
2. Die Eier gut  einrühren, die Eiermasse nach und nach zu der Teigmasse geben und glatt rühren.
3. Backofen auf 180°C vorheizen.
4. Den Käse unterheben. Den Teig zu Bällchen formen.
5. Ein Stückchen Guavepaste in einige der Bällchen hineingeben.
5. Die Bälchen auf ein mit Backpapier eingelegtes Backblech setzen und 15-20 min backen bzw. bis die Brötchen knusprig sind.