miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un país sin cocina¡!

Pues así como lo oyen: hay países sin cocina. Una idea insoportable para algunas personas, pero todo parece indicar que algo así puede ocurrir y de verdad espero estar equivocada. ¿O acaso alguien probó alguna vez un plato típico o vió un restaurante holandés? De hecho en una época viví con un holandés -y su esposa colombiana- y no recuerdo haber probado un plato típico holandés aún cuando el cocina muy sabroso. ¿La explicación? la ignoro por completo. Quizás con los espléndidos quesos que fabrican les basta, quizás asumieron como propia la cocina de su antigua colonia, Indonesia, quizás es cierta su fama de pragmáticos y ello, aplicado al tema en cuestión, eliminó de sus costumbres una tarea dispendiosa como lo es cocinar. Ni idea, y de verdad espero que si alguien lo sabe me cuente y que si estoy equivocada, me corrija.

Una sonrisa para la cámara...
Paradójicamente, en la Haya -en la Haya según Susi ;) se encuentra el mercado de víveres frescos más grande de Europa. Un mercado que fácilmente puede confundirse con un dispositivo de teletransportación al mundo sur -algo que aprendí el fin de semana: en jerga académica y políticamente correcta, ya no se dice países subdesarrollados, ni en vías de desarrollo, ni tampoco del tercer mundo, ahora somos del mundo sur. Después de atravesar la ciudad en bicicleta, al acercarnos al mercado las caras de repente fueron tornandose más oscuras y las miradas más vivas. Los vendedores voceaban sus productos ¡y uno hasta nos picó el ojo! los compradores daban codazos impulsados por la necesidad de agarrar primero los mejores aguacates, los puestos no parecían más diseñados con criterios geométricos sino que rebosaban montañas de frutas y vegetales, especias y pescados. Además algunos precios parecían directamente salidos del mundo sur: 5 aguacates por ¡¡1 Euro!! y nosotras contagiadas por esa frenética actividad no pudimos evitar obedecer al impulso y llenarnos de kilos de tomates, aceitunas, mangos, nueces, aceitunas, quesos, antes de lograr completar la lista de ingredientes que veníamos a buscar.
Montañas de aceitunas en el Open Market de la Haya.
Y es que teníamos un objetivo claro: cocinar colombiano para darle color al gris del fin de semana. En nuestra avaricia culinaria pensamos en hacer carimañolas, ají de aguacate, pescado y calamares en leche de coco, arroz, arepehuevo, mousse de tamarindo, todo para la misma noche. Todo lo hicimos, solo que las arepehuevo quedaron para el día siguiente. A propósito, las arepehuevo son un asunto de alta complejidad. Aunque todos terminamos contentos recordando momentos de calor de diferentes paseos a la costa con sabor a aceite, a arepa y a huevo y el jugo de guanábana más rico del mundo, hay que reconocer que todavía nos falta mucho para dominar ese arte callejero de fritar las arepas, enchocolarles el huevo y luego refritarlas sin mayor esfuerzo y con resultado perfecto. Al que se anime, le propongo que haga su propio experimento casero y lo documente, si no le sale bien y lo hace en compañía de alguien divertido, por lo menos le garantizamos un ataque de risa y un aporte calórico considerable, también la evocación de recuerdos de playa, brisa y mar, de paseos con primos y tíos, de baldecitos de jugos multicolores, el acceso inmediato a un paisaje soleado.

          Arepehuevo - se reciben sugerencias


2 1/2 Tazas de Harina
     de maíz precocido
2    Tazas de agua
6    huevos
  Sal al gusto
Aceite para freir


1. Prepare la masa de acuerdo a las instrucciones del paquete. Amásela hasta que parezca firme y no se pegue a los dedos. Déjela reposar unos 15 minutos.
2. Haga bolitas de unos 100 gramos, o calcule que al aplastarla, la arepa tenga unos 10 cm de diámetro y 1 de grosor. Aplástelas y ponga a calentar el aceite a temperatura media.
3. Fríte una arepa. Transcurridos unos 20 segundos después de ponerla en el aceite debería formarse un bolsillo (que es donde después se meterá el huevo). Darle la vuelta y dejar que se dore ligeramente por el otro lado, retirar del aceite.
4. Abrir en el borde de la arepa un orificio de unos 2 cm y por ahí, enchocolarle el huevo a la arepa. Para lograrlo es mejor tener cascado el huevo, en un recipiente que tenga un piquito para servir.
5. Sellar el hueco con una bolita de masa y llevar con cuidado otra vez a freir, hasta que tome color dorado. Retirar del aceite y escurrir sobre servilletas.

Comer inmediatamente con ají y de ser posible, con jugo helado de guanábana. Se le va a arreglar el día.  Prometido.
También descubrimos que la arepehuevo tiene la propiedad de devolvernos a nuestras dimensiones reales, ajustadas a la vida en un mundo pequeño. Un mundo donde lo más importante es querer y recibir amor, reir, compartir. En el mareo que produce estar arrojados a un mundo lleno de ofertas tentadoras y exigencias insensibles podemos perder las medidas de lo que necesitamos para ser felices. Tener tantas alternativas puede a veces alejarnos de nosotros mismos y esa es en parte la experiencia que atravesamos cuando vivimos el proceso de llegar a un país extranjero e intentar encontrar nuestro lugar en el. Anclas del recuerdo de momentos felices hechos de simplicidad, como lo son éstas arepas nos permiten volver ¿No cierto Susi?

Con Susi en el país de las maravillas, antes de comer la poción secreta: una arepehuevo con ají.

Una idea del paraiso para cualquier ratón.

Bueno creo que los quesos holandeses merecen un comentario aparte. MMMM qué quesos. Me encantan esos que saben a postre, que después de meses y meses de madurar en secreto, transforman su color, su textura y el sabor fuerte -que aporta la intervención de bacterias y otros microorganismos, que se tornan dulces y cremosos, a veces ligeramente picantes, por la evaporación de la humedad y la concentración de las grasas... Quesos enormes, rojos, verdes, naranjas, blancos, con agujeros, con condimentos, el paraiso de cualquier ratón. El holandés es un idioma imposible, así que de los nombres no puedo decir nada. Solo que mis preferidos son el gouda de cabra semimaduro y otro...un gouda muyyyy viejo, que se deshace en la boca y aunque sigue sabiendo a queso me recuerda a la leche en otra de sus muchas posibilidades: sabe a arequipe.
Por eso al llegar de nuevo a casa, sin tener recetas holandesas para experimentar, pero si mucho que reflexionar después de compartir un fin de semana con dos personas muy queridas, me limité a combinar los quesos con arequipe. Qué cosa más sabrosa.
Queso gouda de cabra con arequipe mmmmmmmmm....




No hay comentarios:

Publicar un comentario