Bueno pues érase una mañana de domingo y tres mazorcas en la nevera. Necesitaba una justificación por no salir a trotar, y bueno...pensé en ellas, las arepas. Así que muy fácil, desgrané dos de las tres mazorcas, casqué dos huevos, agregué una cucharadita de maizena, una de harinapan y otra de azúcar, media de sal, medio vaso de leche, lo mixé todo y al final le puse queso mozarella en cubitos y una buena cucharada de mantequilla derretida..........mmmmmmmmmmmmmm luego a la sartén muy caliente y en 5 minutos salió la primera. Un gran momento, ¿qué más puedo decir? Que me habría gustado no estar sola para compartir la dicha con alguien, recordar algunas otras arepas y con ellas, algún pueblo, a las abuelitas, algún domingo de la infancia o un paseo de esos de comer cositas por la sabana de Bogotá. Muy rápidas de hacer, estas arepas son detonadores fáciles de emociones intensas, sin importar si es la primera vez que se las prueba. Me consta porque ya hice el experimento con sujetos del mundo entero -desde alemanes hasta vietnamitas, pasando por argentinos y croatas- y en todos los casos reaccionaron con alegría, agradecimiento, sorpresa y voracidad. Las dos primeras se sobreentienden, la cuarta también -ya que mis amigos suelen ser desaforados- pero la tercera, la sorpresa, requiere una explicación, y ésta resulta bien interesante: casi que exceptuando Latinoamérica, el maíz se considera un alimento poco interesante, más adecuado para cebar cerdos y pollos, que para halagar nuestro paladar. Visto de esa manera, resulta una rareza que ese alimento poco glamoroso mezclado a las carreras y sin mucho esmero con otros ingredientes anodinos, produzca un resultado tan suave, aromático, consistente, de sabor delicado pero satisfactorio y adictivo. O por qué creen que nunca llega a hacerse una torre de arepas, aunque se asen litros de masa? Pues porque nadie les da la oportunidad de acumularse o de enfriarse, desaparecen pronto sin dejar rastro....
Bueno pues repito, la receta suena así:
Maíz tierno desgranado 300 g
Huevos 2
Maizena 1 cucharadita
Harina de maiz
precocido (Harina pan) 1 cucharada
Azúcar 1 cucharada
Sal 1/2 cucharadita
Leche 1/2 vaso
Mantequilla derretida 1 Cucharadota
Queso fresco en pedacitos ¡sin límites!
Se licúan todos los ingredientes, menos el queso, que se agrega al final. Se pone por cucharadas en una sartén caliente hasta que tome color dorado y huela a paraiso. Se acompaña con chocolate caliente y amigos, preferiblemente.
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